Partido trepidante entre Francia e Inglaterra que bien podría haber sido la final del Mundial de Qatar, y que podría haber caído del lado de cualquiera de las dos selecciones. Se impuso finalmente la vigente campeona del mundo, que sigue empeñada en defender su trono a toda costa. Mbappé no estuvo especialmente brillante, opacado por un descomunal Walker, pero Francia tampoco le necesitó. Sí aparecieron Tchouameni, que se inventó un golazo primero y cometió un penalti después, y el máximo goleador francés, Olivier Giroud.
Aun así, tuvo que recurrir la selección gala a la ‘suerte del campeón’ para salir viva del envite. Harry Kane transformó un penalti, el primero, pero mandó a las nubes el segundo, emulando a un ídolo inglés como Sir David Beckham, que observaba desde el palco con impotencia como la Copa del Mundo finalmente no ‘volverá a casa’ con los ‘Pross’.
La primera parte fue un continuo ida y vuelta en el que ambas selecciones se repartían fases de dominio con fases de repliegue. En uno de los arreones franceses, Griezmann dejó un balón muerto en la frontal del área que recogió Tchouameni. Apenas sin hueco, espacio ni carrerilla, el pivote del Real Madrid sacó un latigazo que pasó bajo las piernas de Bellingham, y sorprendió a Pickford. Un golazo para dar tranquilidad a ‘Les Bleus’, que mantuvieron la ventaja hasta el descanso a pesar de la insistencia inglesa.
Los ‘Tres Leones’ salieron a la segunda parte con energía e ideas renovadas, y comenzaron a aprovechar el buen momento de Saka, Foden y Kane. Fue el delantero del Tottenham quién más peligro generó, y el encargado de transformar un penalti del goleador Tchouameni sobre Saka para empatar el encuentro. De repente, Inglaterra era la que sometía a Francia, que aguantó el chaparrón como pudo hasta que encontró a su máximo goleador histórico, Giroud, que volvió a darle la delantera en el marcador.
Inglaterra no varió un ápice su idea, si acaso la intensificó. Los cambios de Southgate sentaron bien a su equipo. Tanto, que Mount le sacó otro penalti a Theo Hernández nada más entrar, sin haber tocado siquiera el balón. Repitió Kane al lanzamiento, y condenó a los suyos, porque la presión le pudo. No golpeó bien el balón, y mandó el esférico a las nubes del cielo de Doha.
La moral inglesa no volvió a ser la misma desde entonces, y quedaba demasiado poco tiempo. En el 100’, Rashford tuvo una falta en la frontal que no entró por centímetros, misma distancia que separó a Inglaterra de un destino más amable. Y así, continúa la maldición que sufren los ingleses en grandes torneos. Solo han ganado uno, su Mundial en 1966.
En cambio, la ‘suerte del campeón’ sonrió a Francia una vez más, a pesar de haber ofrecido su peor imagen en mucho tiempo. Ahora tendrán delante un obstáculo tan complicado como impredecible en Marruecos, que viene lanzada y sin miedo a nada. Partido trampa con tintes geopolíticos que promete emociones fuertes.
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