Partidazo de ida y vuelta entre Portugal y Corea del Sur en el que el ritmo fue bastante más elevado de lo que las necesidades portuguesas parecían anticipar. Ya clasificados para octavos, solo necesitaban refrendar su primer puesto, ese primer puesto que les convierte en virtual oponente de la España de Luis Enrique en cuartos de final si ambas selecciones llegan. Sin embargo, se vieron arrastrados por el atractivo ímpetu de los asiáticos, que lograron con un gol a la contra en el descuento destruir toda la ilusión uruguaya y ganarse un billete a octavos.

La selección portuguesa no se jugaba apenas nada en el encuentro, mientras Corea del Sur se jugaba la vida. Y era la que peor lo tenía de su grupo para pasar. Más todavía cuando Ricardo Horta hizo el primero a los pocos minutos después de una gran jugada entre Pepe, Dalot y el propio delantero luso. No obstante, Portugal no rebajó la intensidad y buscó el segundo, aunque sin tino. Ese arrojo le causó problemas, y Kim Young-Gwon aprovechó un saque de esquina para poner el empate con el que se llegó al descanso.

Lo bonito de los partidos en ‘estéreo’ es observar cómo la urgencia y la influencia de otros resultados cambian los partidos. Corea del Sur sabía que Uruguay iba ganando 2-0, pero no sabía que su empate con Portugal sería su mejor arma. Los portugueses siguieron atacando en la segunda parte con claridad, buscando permanentemente a un Cristiano Ronaldo que parecía enchufado, y se fue al banquillo pronto para descansar de cara a las eliminatorias. Mientras, Uruguay se relajaba viendo cómo los surcoreanos era incapaces de crear peligro.

Poco a poco, Corea del Sur fue reaccionando ante la inevitable eliminación, saliendo con velocidad a la contra. El pasotismo portugués en los últimos minutos y con todo ya decidido para ellos permitió unas alegrías en ataque cada vez más frecuentes para los asiáticos, hasta que se llegó al descuento. Portugal botó mal un córner y Corea del Sur salió a la contra como alma que lleva el diablo. Un par de combinaciones rápidas situaron a Hwang Hee-Chan mano a mano con Diogo Costa, y el delantero no falló la ocasión de su vida.

A pesar del gol, cuando acabó el partido el público surcoreano no se movió del estadio Ciudad de la Educación, ya que faltaban 10 minutos del Ghana – Uruguay por disputarse. Dos goles de los africanos o uno más de los uruguayos les dejaban fuera de nuevo, pero ya fue demasiado tarde para que se diese la reacción. Estallido de júbilo entre los fans coreanos, que habían obrado otro de los milagros del Mundial.

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