Argentina y Países Bajos protagonizaron un segundo partido de cuartos de final que fue de menos a más, hasta convertirse en la eliminatoria más tensa y compleja en lo que llevamos de Mundial. Argentina jugó al revés, de más a menos, hasta dilapidar en dos errores puntuales la ventaja que la magia de Leo Messi le había otorgado.
Mérito también de los Países Bajos de Van Gaal, que pelearon hasta el final. Tras una prórroga alocada en la que Argentina tuvo otra vez ocasiones para evitar más sufrimiento, llegaron los penaltis, pero esta vez ni Messi ni la ‘Albiceleste’ iban a fallar. El ‘Dibu’ Martínez estuvo inconmensurable y detuvo dos de ellos, y Lautaro metió el definitivo. Argentina ya está en semifinales y se las verá con Croacia, finalista en Rusia 2018 y experta en penaltis.
Durante la primera parte, la igualdad fue la tónica dominante, pero para mal. No había pasado demasiado hasta entonces, pero el plan argentino era evidente. La ‘albiceleste’ buscaba permanentemente a Messi, pero a un Messi muy cercano a los tres cuartos y a la frontal del área, donde aún sigue siendo el más peligroso del mundo. Países Bajos no supo detectarlo a tiempo. A partir de ahí, Messi se dedicó a repartir juego y filtrar pases, hasta que uno de ellos, sin mirar, encontró a Nahuel Molina en el área para que definiese.
Van Gaal, que llevaba todo el Mundial advirtiendo sobre el potencial de su selección, no esperó y metió cambios en el equipo al descanso. Sin embargo, su efectividad e influencia fue menor de la esperada, al menos al principio. Argentina abrió mucho el campo, bajó su bloque para salir con el balón controlado, y acaparó la posesión para anestesiar a Países Bajos. Fue tal la eficacia del sistema propuesto por Scaloni, que fue Argentina la que encontró el gol. Penalti de libro sobre Acuña, que recortó y fue arrastrado por Dumfries, y ‘paradinha’ de Messi para definir el penalti.
Lo que no logró ese gol fue sentenciar el partido y tranquilizar a Argentina; más bien todo lo contrario. Scaloni y Van Gaal continuaron moviendo el banquillo, pero esta vez le salió mejor al neerlandés. Apenas 10 minutos después del penalti, un balón aéreo le devolvía la fe a Países Bajos. Fue uno de los recién entrados, Weghorst, el que conectó un cabezazo imparable para el ‘Dibu’ Martínez y puso a temblar a la zaga argentina, que se apretó los machos para intentar detener la avalancha de juego que se le venía encima.
Fue tal la sensación de peligro que estremeció a la línea defensiva albiceleste, que solo pudieron recurrir al ‘otro fútbol’ para romper el ritmo de remontada de la ‘Oranje’. Lo que no sabían es que esas tácticas ‘cancheras’ de juego sucio acabarían siendo contraproducentes. Así, Paredes hizo una dura falta cerca del banquillo holandés, y no contento con la patada, pegó un pelotazo al banquillo después. Como era de esperar, los neerlandeses saltaron como un resorte para increparle, pero el daño estaba hecho, y los argentinos seguían perdiendo tiempo.
Con más ímpetu que precisión, Países Bajos intentó aprovechar los 10 minutos de descuento que tuvo para colgar balones largos aéreos en el área argentina, pero se encontró siempre con Otamendi y Romero, infranqueables. Fue justo al final, en una falta cometida por Pezzela en la frontal de su área, cuando la ‘Oranje’ vio la luz de la remontada. Restaban dos minutos del tiempo añadido, y un disparo directo parecía la mejor opción. Sin embargo, otro de los recién entrados, Koopmeiners, sorprendió a todos filtrando un pase por debajo de la barrera que encontró al goleador Weghorst, que se zafó de sus marcadores y volvió a batir a Martínez.
La euforia se desató entre las filas neerlandesas, que cogieron aire y un nuevo brío para afrontar la inevitable prórroga. Argentina fue todo lo contrario. El golpe fue demasiado duro a nivel mental para la ‘Albiceleste’, que había dominado todo el encuentro y había jugado a lo que había querido, pero estaba de nuevo en un lío. Messi y compañía estuvieron penando sobre el césped toda la primera parte de la prórroga. Países Bajos apretó más todavía con su juego directo, pero Argentina supo rebajar la alegría neerlandesa para tranquilizar el partido.
La tensión y el nerviosismo fueron creciendo y el miedo a perder se apoderó de ambos conjuntos, uno por haber perdido todo el trabajo realizado, y otro por no querer morir a la orilla de la heroica. Scaloni y Van Gaal no paraban quietos en la banda. El partido se convirtió en un correcalles de imprecisiones y errores y cada balón que rondaba el área de cualquier selección era considerado de alto riesgo. Argentina creó bastante más peligro en los compases finales, y cuando el partido ya moría, Enzo mandó un balón al palo. Al final, Argentina no encontró premio a su insistencia, y se llegó a la ‘lotería’ de los penalt
Ambos combinados se reunieron en grupo e intentaron encontrar la fuerza necesaria para afrontar la tanda. Comenzó lanzando Van Dijk, pero se encontró con un paradón del ‘Dibu’ Martínez, que suele divertirse en los lanzamientos de penalti, como hizo en la pasada Copa América ante Colombia. Messi, ejerciendo de capitán, siguió su ejemplo y lanzó el primero para Argentina. Un suave pase a la red, engañando al portero, y asunto resuelto.
Argentina se hizo con una ventaja psicológica tan evidente como necesaria, y desconcentró al resto de lanzadores neerlandeses. Tanto fue así, que el ‘Dibu’ volvió a detener el disparo, esta vez de Berghuis. Paredes también transformó el suyo para Argentina, pero Koopmeiners postergó la fiesta argentina con su gol. Montiel y Weghorst también cumplieron, pero se le acababan las opciones a Países Bajos.
Fue el joven Enzo Fernández el que asumió la responsabilidad de meter a Argentina en semis, y mandó el disparo fuera, muy alejado de la portería. Luuk De Jong también anotó, y mantuvo por un instante la esperanza ‘oranje’. Sin embargo, Lautaro asumió la responsabilidad, se cargó a un país entero en su espalda, y batió a Noppert para que Argentina avanzase a semifinales y siguiese soñando unos días más con su tercera estrella.
[…] Qronistas.com […]