Brasil, la gran favorita para llevarse el Mundial de Qatar (y más después de ver su última exhibición), acudía a los octavos de final dolida por la inesperada derrota ante Camerún, y con ganas de recordar al equipo indestructible de los dos partidos anteriores. Pero, sobre todo, llegaba Brasil con la imagen de Pelé grabada a fuego en su corazón. En su honor, no se guardó nada Tite para enfrentar a Corea del Sur, consciente del peligro que están ofreciendo durante el Mundial las selecciones de menor renombre. Ni siquiera a Neymar, que venía de lesión pero fue titular.

Los surcoreanos, después de la caída de Japón ante Croacia, eran los únicos vivos en el torneo para representar al continente asiático en los cuartos de final, y llegaban con la histórica clasificación de su país en 2002 a las semifinales del Mundial en la retina grabada. Muy difícil repetir hazaña para los de Paulo Bento, y más cuando delante tienes a la pentacampeona del mundo tan inspirada y con el mejor ataque del campeonato, como demostraron tras ganar 4-1.

Brasil comenzó el partido muy sólida en todas sus líneas, con su once de gala sobre el césped, aunque Corea del Sur parecía bien plantada y con las ideas claras. Cinco minutos le duró la concentración, cuando Raphinha dribló a su par en la esquina del área y puso el pase atrás. Fue Vini Jr. quien recibió, y con la tranquilidad que te otorga haber marcado en una final de Champions, definió a la escuadra entre tres jugadores surcoreanos con un golpeo de rosca interior, parando primero el balón en lugar de rematar de primeras para exhibir una sangre fría y una paciencia impropias de su juventud. Lo que sí hizo, como siempre, fue bailar para celebrar.

La exhibición brasileña no paró ahí. Mientras Corea del Sur intentaba recolocarse y sacudirse la presión del primer gol, Woo-Young Jung cometió un error imperdonable en unos octavos de final y provocó un penalti tonto que transformó Neymar. El crack brasileño, fuera de acción desde el primer partido ante Serbia, realizó una ‘paradinha’ muy exagerada para engañar por completo a Kim, y vaya si lo hizo. El disparo, raso y sin potencia, entró mansamente en la portería surcoreana mientras toda la ‘Canarinha’ corría a formar corrillo con Neymar para festejar el gol y su regreso a la alineación.

Así, la primera parte transcurrió con mucha más tranquilidad de la esperada para la ‘verdeamarela’, que ya tenía los deberes prácticamente hechos en los primeros diez minutos. Solo un disparo de In-Beom Hwang, el primero a puerta concedido por Brasil en todo el Mundial (a excepción del gol de Camerún), inquietó los dominios de Alisson, pero no hubo reacción asiática.

De hecho, lo que ocurrió fue lo contrario. Richarlison pinchó un balón aéreo muy complicado, se asoció, tiró una pared y se la devolvió Thiago Silva, asistente de excursión en el área, para terminar definiendo abajo con mucha calidad. Los bailes no solo siguieron, se multiplicaron, hasta involucrar al mismísimo seleccionador brasileño, Tite, que se unió a la euforia de sus chicos y dejó una de las imágenes del Mundial.

Y la fiesta brasileña continuó como si no hubiese un rival delante. Pocos minutos después, Neymar condujo una contra con mucha velocidad y abrió para Vinicius, que hizo su mejor partido del Mundial. Contemporizó Vini, levantó un par de veces la cabeza, y picó la bola sobre las cabezas de la defensa surcoreana para encontrar a Paquetá llegando en segunda línea. Remate de libro, de esos al primer toque sin dejarla caer con los que sueña uno de pequeño cuando aún aspira a ser futbolista profesional. Un caramelo que sirvió el extremo del Real Madrid, el más inspirado de la cancha, y que el centrocampista del Olympique de Lyon no desperdició.

En la segunda parte, Brasil bajó un par de niveles la intensidad y el ritmo de juego, pero mantuvo la tensión justa para controlar el partido, gustarse y seguir insistiendo, sin dejarse sorprender. Corea del Sur, descorazonada, fue retrocediendo hacia su área para minimizar daños y mejorar su imagen. Sabían que era imposible remontar, y carecían de la fuerza de voluntad suficiente para intentarlo.

Así fueron transcurriendo los minutos, con ocasiones esporádicas de Brasil que reanimaban por momentos a la grada, satisfecha con lo visto hasta el momento. Neymar, Raphinha y Vinicius volaban, se movían indistintamente por el frente de ataque y parecía que llevaban jugando toda la vida juntos. Casemiro, el mejor del mediocampo brasileño, simplemente dirigía a su antojo, y la línea defensiva no perdía un ápice de concentración.

Así, hasta el pitido final. Solo un gol a falta de 15 minutos de Paik Seung-Ho, que tuvo fortuna para batir a Alisson después de que Thiago Silva desviase ligeramente el duro disparo del jugador surcoreano, pudo empañar la coral actuación de los cariocas. Fue el mejor partido de la Brasil de Tite en el Mundial, que ya es decir, y lo hizo cuando las cosas se pusieron serias de verdad. Y con Neymar jugando 80 minutos completos con el tobillo todavía entre algodones. Tarde grande para la ‘Canarinha’, que ahora se las verá con Croacia en cuartos de final.

Facebook Comments

Un comentario en «Brasil ‘baila’ a Corea del Sur con una exhibición de fútbol para pasar a cuartos»

Los comentarios están cerrados.