La Selección Mexicana que dirige Jaime Lozano igualó a tres en partido amistoso ante Uzbekistán celebrado en estados Unidos. Los goles del TRI fueron obra de Raú Jiménez -en dos ocasiones- y de Uriel Antuna.

Sin experiencia en Copas del Mundo, los jugadores uzbekos -conocidos en el futbol de Asia como Lobos blancos- mostraron sus colmillos afilados como si se tratara de una final internacional.

A diferencia de otros procesos en los que cada victoria inflaba más el pecho de los mexicanos, esta vez Uzbekistán -lugar 74 en la clasificación de FIFA y con mayoría de elementos del futbol local- atacó los mismos problemas que en pasados partidos hicieron daño en el proyecto de Jaime Lozano; entre ellos, la derrota contra Qatar en la Copa Oro.

Cuando encontraron el momento justo, los asiáticos condujeron con aplomo su desempeño colectivo y, con un cabezazo de Bobur Abdikholikov (18) entre Kevin Álvarez y Gilberto Sepúlveda, lograron el 1-0 en el arco de Guillermo Ochoa. Ante un inicio especialmente frustrante, las dudas comenzaron a aparecer.

En medio de varios defensores dentro del área, Roberto Alvarado punteó la pelota antes de perder el equilibrio y Raúl Jiménez cambió su dirección para marcar el empate (21). Todo pareció volver a su punto de origen. Pero los uzbekos, que tras la disolución de la Unión Soviética disputaron en 1992 su primer partido internacional, mantuvieron el deseo a flote de llevarse puesto el negocio de los mexicanos.

Con esa comodidad que a veces produce el desconocimiento, Azizbek Turgunbaev (45+1) recuperó la ventaja hacia el descanso y obligó al cuerpo técnico de Lozano a replantearse varias preguntas.

Sin que nada pudiera cambiar a falta de 10 minutos para el silbatazo del árbitro, Jiménez (81) y Uriel Antuna (89), este último tapando un despeje que terminó en gol, ofrecieron los últimos destellos de energía en el Tricolor luego de sumergirse en un desempeño marcado por muchas interrogantes. Cuando el sufrimiento parecía apagarse, algo pareció despertar el olfato de Otabek Shukurov (90+2), quien estudió durante toda la noche los movimientos de Ochoa y, al notar que su destreza era poca en el juego aéreo, hizo el 3-3 en un tiro libre que se le fue de las manos (90+2).

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