Al terminar su actuación en el patinaje artístico de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing, este jueves el mexicano Donovan Carrillo tocó el hielo, que quedó marcado con su huella de chico desobediente.

Llegado a China desde México, un país sin frío glaciar, a no ser en la cúspide de sus volcanes donde le es imposible entrenarse, Carrillo compitió con todo en contra. Aún, así totalizó 218.13 unidades, la mejor puntuación de su vida.

 

Originario de Guadalajara, Donovan hizo a los ocho años lo típico de los niños de esa edad: ir a contracorriente. Luego hizo caso a su corazón con una obediencia de animal doméstico y solo así convirtió el imposible en cosa hecha.

 

Cuando le dijeron iluso, le predijeron el fracaso y lo ofendieron por ser poco razonable, Donovan agradeció y calificó de benditos a sus críticos porque le sirvieron de empuje.

 

“Quiero agradecer a los que estuvieron para apoyarme y sobre todo a las personas que me dijeron que nunca iba a lograr algo, que era imposible este sueño. En ellos encontré la inspiración”, dijo este jueves al terminar su actuación en el programa libre.

 

Carrillo es un centímetro más pequeño que Andrés Guardado, uno de los futbolistas mexicanos más creativos. Con su elasticidad y un poco de técnica, tal vez hubiera brillado en el balompié, pero para el joven la felicidad estaba en un deporte del otro lado los reflectores.

 

Empezó a patinar movido por un amor en estado puro. A los ocho años le gustaba una niña patinadora y fue por ella, pero pronto sintió que su pasión consistía en hacer ballet en una pista de hielo.

La historia del joven es la de un empecinado. No encontró lugar para entrenarse y con su entrenador se mudó a León, en el centro del país. Es como si, en vez de patinaje artístico, su especialidad sea patinaje con obstáculos, con la salvedad que siempre los salta.

 

Hasta hace unos días Carrillo fue solitario y fluyó como un río. Con su actuación en Beijing despertó el interés de millones de mexicanos que se aprendieron las reglas del patinaje, gracias a lo cual entendieron que significaron el rojo, el amarillo y el verde de semáforo de calificaciones.

 

Algunos quienes lo vieron tienen poder, deciden becas y apoyos. Eso puedo traer como consecuencia que pronto mejoren sus condiciones para entrenarse. Si lo hace con el confort de los medallistas en Beijing, en poco tiempo acortará la distancia que lo separa de ellos.

 

Con su cara de niño de dentadura perfecta, este jueves Donovan se hizo uno con la música. A los acordes de las piezas “Perhaps, perhaps, perhaps”, “Sway” y “María” hizo callar a todos en el Estadio cubierto de Beijing. Al terminar, como en una ceremonia arcana, puso su mano en el hielo y pareció estrecharla a un amigo.

 

“Nos vemos con miras a Milán”, dijo después a los medios, decidido a seguir provocador, sin pasar por el aro, obsesionado con provocar un milagro, que tal vez se haga verdad a sus 26 años, en los Juegos del 2026.

 

Beijing 2022: Donovan Carrillo consiguió pase a la final

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