Dallas quiere dar guerra. Los Mavs se impusieron en el cuarto partido de las Finales a unos Celtics desconocidos. Nadie ha remontado un 3-0 en las 156 eliminatorias que se ha producido esta situación, pero los Mavericks de momento han sido capaces de devolver la eliminatoria a Boston con la tercera mayor paliza de la historia en un partido de las Finales.

Un triple de Maxi Kleber para llegar al descanso con los Mavericks mandando por 26 puntos era el mejor resumen de todo lo que pasó. Desde el principio de The Finals una condición indispensable para que los Mavs compitieran era que los secundarios ayudasen a Doncic (29 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias en 32:33) e Irving (21/4/6) y que estos rondaran los 50-60 puntos entre ambos. Y ese fue el argumento principal de la escandalosa diferencia en el American Airlines Center. Derek Lively (11 puntos y 12 rebotes), con sus 20 añitos, provocó un agujero de dimensiones más que considerables en ambas zonas. Hubo más. Dante Exum sumó como si estuviera en sus mejores tiempos en el Barça o en el Partizán. Kleber y Green también aportaban así que los Mavericks por primera vez eran un equipo. El equipo que se había cargado a los Clippers, a los Thunder y a los Timberwolves en la Conferencia Oeste.

Si Doncic además se olvida de los árbitros y se dedica a jugar… por muy tocado físicamente que esté es capaz de hacer de todo. Entre él y Irving se merendaron a la defensa de los Celtics. La mayoría de los puntos de ambos llegaron en canastas cercanas al aro mientras Porzingis, que estaba disponible en teoría, miraba el partido desde el banquillo. Al descanso sumaban entre ambos 36 puntos, uno más que los Celtics. En Boston, el porcentaje de triples cuando había partido fue ridículo y el domino del rebote de los tejanos, escandaloso (51/29).

Tatum se había quedado sin ayuda. Anotó 11 puntos en el primer cuarto, pero como le pasó al equipo se quedó seco en el segundo. Los Celtics sólo anotaron 14 puntos en ese tramo. Y si los secundarios locales funcionaban, los de Boston eran un lastre. Dos piezas vitales como Holiday y White estuvieron completamente desenfocados. Así que la cuarta mayor diferencia de la historia en el descanso de un partido de las Finales estaba justificada.

Y fue a más porque hasta Gafford tuvo protagonismo. Superada la treintena de ventaja quien más quien menos empezó a pensar en la madrugada del lunes. La serie regresa a Boston y los Celtics tendrán la segunda oportunidad para lograr su décimo octavo anillo.

Facebook Comments