El Juez Brian Cogan, que preside el proceso por narcotráfico contra el exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, mostró este martes sus reservas sobre el testimonio del narcotraficante Tirso Martínez Sánchez.

Martínez Sánchez, apodado el “futbolista”, es testigo cooperante de la Fiscalía y fue presentado como el encargado del envío de cocaína del Cártel de Sinaloa a Estados Unidos por tren desde México, a tres ciudades del país vecino.

A preguntas del fiscal Philip Pilmar, el otrora propietario del Club Querétaro explicó el funcionamiento del tráfico de cocaína a través de trenes de carga desde la ciudad de México a Los Ángeles (California), Chicago (Illinois) y Nueva York.

Tras la retirada del jurado y del testigo, el fiscal manifestó que espera que Martínez testifique que uno de los narcos del Cártel de Sinaloa con los que trabajaba, identificado como Jorge, le ofreció ponerle en contacto con García Luna para pagarle sobornos y así asegurarse de que sus cargamentos de droga, escondidos en grandes depósitos de aceite transportados por tren, no serían registrados.

Pretendía con ello mostrar que García Luna no sólo no era un enemigo del Cártel, sino alguien que estaba disponible en cualquier momento para ayudar a cambio de dinero.

La defensa de García Luna también protestó contra la presentación de este testigo, ya que los hechos a los que se podría referir ocurrieron en los años 90 y en 2000 o 2001, cuando los supuestos crímenes por los que está siendo juzgado el exministro mexicano son los comprendidos entre 2001 y 2012.

Martínez entró a la sala después del testimonio de El Grande, que se extendió durante dos jornadas. Desde su silla, García Luna siguió este martes con mucha atención las preguntas de su abogado César de Castro al testigo, así como las respuestas de El Grande.

Durante el juicio de El Chapo en 2018 contó que era dueño de equipos de futbol profesional en las ciudades de Querétaro, Celaya, Irapuato, La Piedad y Mérida.

 

Martínez Sánchez durante el jucio de El Chapo

El futbolista explicó que compró a los Venados de Yucatán por alrededor de 700 mil dólares y a los Reboceros de La Piedad por 2.2 millones de dólares.

En 2004 vendió al equipo de La Piedad por 10 millones de dólares, y tras pagar la liquidación de jugadores y empleados, obtuvo una ganancia de cuatro millones de dólares.

Luego de sus declaraciones, la Federación Mexicana de Fútbol compró los equipos que le pertenecieron.

También era fanático de las peleas de gallos en las que llegó a apostar cientos de dólares al día, pero también gastó en caballos, propiedades y fiestas.

De acuerdo con su testimonio, gracias a las drogas logró comprar un restaurante en Tijuana y otro en el estado de Illinois, negocios de venta de ropa, una avioneta, caballos y autos.

Con información de EFE.

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