Los Seattle Sounders se convirtieron este miércoles en el primer equipo de la MLS en ganar la Liga de Campeones de la Concacaf, que sustituyó en 2008 a la Copa de Campeones, al derrotar 3-0 en el partido de vuelta a los Pumas de la UNAM (5-2 en el global tras el 2-2 de la ida).

Un doblete del peruano Raúl Ruidíaz y un tanto final del uruguayo Nicolás Lodeiro sellaron una noche inolvidable también para la Concacaf, ya que se registró la mayor asistencia a un partido en la andadura de la Liga de Campeones.

 

Con un extraordinario ambiente en el Lumen Field de Seattle, 68.741 personas acudieron a ver la victoria de los Sounders y batieron el anterior récord de 66.208 espectadores en un partido de 2015 en el Estadio Azteca entre las Águilas del América y el Herediano costarricense.

La velada mágica de los Sounders tiene premio extra ya que, además del título, se llevan un billete para el Mundial de Clubes de la FIFA.

 

Nada pudieron hacer unos Pumas que flaquearon en las áreas y que fueron mucho menos efectivos que el compacto conjunto de Seattle.

 

La derrota en esta final extiende la sequía de los Pumas, que no ganan un título nacional desde el Clausura 2011 y un trofeo internacional desde 1989 (su tercer triunfo en la Copa de Campeones tras los de 1980 y 1982).

Los mexicanos, que fueron dominando 2-0 en la ida hasta que Seattle empató 2-2 ya en el descuento, cayeron además en su segunda final consecutiva en la Concacaf tras la que dejaron escapar en 2005 cuando fueron superados por el Saprissa costarricense.

 

Desde esa final perdida por los Pumas, el fútbol mexicano había encadenado 16 coronas consecutivas en la Liga de Campeones de la Concacaf, una racha que llegó a su fin hoy.

 

Los Sounders vengaron las derrotas de los cuatro equipos de la MLS que habían llegado a la final sin ganarla: Real Salt Lake (2011), Impact de Montreal (2015), Toronto FC (2018), y LAFC (2020).

 

Antes de la Liga de Campeones, dos conjuntos estadounidenses se proclamaron vencedores de la Copa de Campeones: el DC United (1998) y el LA Galaxy (2000).

 

No hubo calentamiento o tregua en el arranque de la vuelta. Con muchas ganas de morder en ambos equipos, Galindo se llevó la primera amarilla en el minuto 6 tras una fea entrada a Nouhou, que se lesionó y fue sustituido por Rowe.

Un minuto después, Joao Paulo y López quedaron en el suelo tras un duro choque.

 

En medio de ese turbulento comienzo empezaron a sobresalir Morris y Ruidíaz, que protagonizaron las aproximaciones de peligro de los Sounders en los primeros 20 minutos.

 

Los Pumas buscaban en largo a Dinneno, pero ninguno de los dos conjuntos lograba controlar un encuentro muy intenso y trabado.

 

Las malas noticias continuaron para los Sounders, que en el minuto 29 perdieron también por lesión a Joao Paulo, fundamental en su centro del campo (entró en su lugar Vargas).

 

Se asentó a partir de ahí el conjunto mexicano, que tuvo una buena ocasión en las botas de un Corozo que no acertó a rematar cuando se quedó solo frente a Frei.

 

Sin embargo, los Sounders se adelantaron al borde del descanso cuando Ruidíaz cazó un balón dentro del área y lo mandó para la red tras un rebote en Diogo.

 

Después de una primera parte de ritmo elevado y gran sacrificio físico (los Pumas cometieron 13 faltas), los mexicanos pudieron empatar en el minuto 60 con una falta de Dinneno que se fue muy cerca de la escuadra derecha de Seattle.

 

Los Pumas agitaron su ataque con la entrada de Rogério, pero fue Diogo el que puso en aprietos a Frei con un cabezazo que el portero de los Sounders sacó de forma admirable.

 

Seattle se replegó y le entregó el control a los Pumas, que acariciaban el tanto del empate pero que dejaban muchos espacios para el contraataque de los Sounders.

 

Ahí sentenció Seattle la final.

En un contragolpe magnífico en el minuto 80, Rusnák entró como una bala por la banda derecha y cedió para Lodeiro, que en lugar de mirar a puerta asistió elegantemente para que Ruidíaz lograra su doblete.

 

Los Pumas bajaron la cabeza y además vieron cómo Lodeiro les metía el tercer gol para cerrar una noche histórica para Seattle, la MLS y la Concacaf.

 

Magia blanca… ¡Otra vez!

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