Quinn, futbolista del seleccionado de Canadá, se convirtió este 6 de agosto en la primera deportista abiertamente transgénero y no binaria en ganar una medalla olímpica, en otro momento histórico que dejará Tokio 2020, tras la final ganada por su equipo ante Suecia (3-2 por penales tras 1-1 en el juego).

Centrocampista de 25 años, Quinn tiene una larga trayectoria con la selección canadiense de mujeres, en la que debutó en 2014 y con la que ganó la presea de bronce en Rio-2016, aunque recién se declaró transgénero el año pasado.»Quería ser auténtica en todas las esferas de mi vida, y una de ellas es el espacio público», dijo Quinn aquel momento.

«Así que esa fue una de las razones detrás de esto, porque estaba cansada de ser maltratada y todo eso», añadió.

El estatus de jugadora-pionera transgénero en los Juegos de Tokio-2020 se dio al mismo tiempo que el de la levantadora de pesas transgénero de Nueva Zelanda Laurel Hubbard.

Hubbard, a quien el Comité Olímpico Internacional (COI) reconoce como tal, desató polémica y debate. ¿Por qué?

Los críticos argumentaron que la neozelandesa tenía ventajas físicas encerradas en su cuerpo desde sus años de desarrollo como hombre, por lo que era injusto para ella competir en el cuadro femenino del torneo contra levantadoras nacidas como mujeres.

Sin embargo, el debut de Hubbard en los Juegos finalmente no hizo ruido deportivo porque no pudo completar el levantamiento y quedó fuera de la pelea por los metales.

Hubbard, de 43 años, quien tenía el doble de edad que algunas de sus rivales y no había competido internacionalmente desde antes de la pandemia del coronavirus, admitió más tarde que estaba «abrumada» por estar en el centro de la atención.

No es el caso de Quinn, quien se mueve como mediocampista defensiva y se alinea a nivel de club junto a las principales estrellas femeninas como la estadounidense Megan Rapinoe.

 

“La lucha no ha acabado”

Quinn, quien juega en el OL Reign de Seattle de la Liga nacional femenina estadounidense, tampoco ha enfrentado preguntas sobre su presencia en la selección femenina canadiense.

«Quiero que se cuente mi historia porque cuando tenemos mucha visibilidad trans, ahí es donde comenzamos a hacer un movimiento y comenzamos a hacer avances en la sociedad», apuntó Quinn al sitio web de su club.

Al igual que Hubbard, Quinn ha hablado sobre las luchas de ser transgénero en un mundo centrado en lo binario y afronta el desafío de ser un modelo a seguir en los Juegos para los jóvenes que experimentan situaciones personales similares.

«Estoy recibiendo mensajes de jóvenes que dicen que nunca antes habían visto a una persona transgénero en los deportes», dijo Quinn a la cadena pública CBC después de que Canadá sorprendiera 1-0 a las superfavoritas de Estados Unidos, que finalmente ganaron la medalla de bronce.

«El deporte es la parte más emocionante de mi vida. Si puedo permitir que los niños practiquen los deportes que aman, esa es mi lucha y para eso estoy aquí», confiesa.

Después de llegar a Tokio, Quinn reflexionó sobre lo que significaba aparecer en el escenario más importante del deporte como deportista abiertamente transgénero.

«No sé cómo sentirme. Me siento orgullosa de ver a Quinn en la planilla de alineación y en mi acreditación. Pero me entristece saber que hubo atletas olímpicos antes que yo incapaces de vivir su verdad por el mundo», publicó Quinn en redes sociales.

Aunque la lucha continúa. «Hay niñas transgénero a las que se les prohíbe practicar deportes, mujeres transgénero que enfrentan discriminación y prejuicios mientras intentan perseguir sus sueños olímpicos”, reflexionó.

“La lucha no ha acabado. Voy a celebrar cuando todos estén aquí”, concluyó Quinn.

 

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