Presionado por las circunstancias, España respondió con una determinación formidable ante una situación límite contra Eslovaquia (0-5), a la que doblegó con la misma rotundidad que no tuvo ni contra Suecia ni contra Polonia, tan beneficiado por los errores de su adversario, con el ridículo gol del portero Dubravka como expresión máxima, como merecedor incontestable de la victoria que lo relanzó a los Octavos de Final de la Eurocopa 2020.

Como segunda de grupo, ahí aguarda -el lunes 28 de junio en el estadio Parken de Copenhague- Croacia, tan irregular e imprevisible como España en la primera fase, pero aún la subcampeona del mundo del ingenioso Luka Modric; el próximo desafío para la revitalizada selección española, que no tiene ninguna explicación más veraz para tal posición que la pegada.

Álvaro Morata falló alguna oportunidad ante Suecia, erró unas cuantas más frente a Polonia y desaprovechó un penalti contra Eslovaquia a los 10 minutos. Esta vez, no fue Gerard Moreno, el ejecutor fallido el pasado sábado, sino que Morata asumió el lanzamiento desde los once metros, tan seguro de sí mismo.

Su tiro a media altura lo adivinó Dubravka, que se lanzó a su derecha, que estiró las manos y que repelió el disparo para sostener el 0-0, por mucho dominio ejercido hasta entonces y después por España, que aún así resolvió el encuentro sin echar de menos la pena máxima. El ‘7’ fue cambiado en el minuto 65. Hubo pitos y aplausos.

Pero entre el síntoma prometedor que despiertan las ocasiones o entre la reiterada decepción que supone tal falta de efectividad, España se encontró de repente con un regalo impropio de este nivel: primero porque el central Satka entregó un balón a Sarabia; después porque el portero Dubravka se hizo un lío cuando sintió la presión de despejar una pelota llovida que había dado antes en el larguero.

Todo lo que no había sido capaz España de hacer antes, lo hizo el guardameta en un instante increíble, propio de otras categorías, quizá inducido por el sol en su visión; el único atenuante de un error mayúsculo, que recorrerá los resúmenes y quedará en las pifias para siempre de la actual edición del torneo. Era el minuto 30.

Aún antes del descanso, España sentenció. De nuevo su gol no se habría entendido desde ninguna perspectiva sin el demérito de su adversario, primero por cómo despejó un saque de esquina y después por cómo el portero fue a por un balón lateral que controló Gerard Moreno, cuyo giro y centro propuso la redención a Laporte. Señalado el otro día en el 1-1 de Lewandowski, esta vez fue él quien marcó. Su cabezazo lo alojó en la red con la sutileza que exigía la acción.

Al borde del intermedio, en tan solo 47 minutos, el asunto del resultado y la clasificación estaba zanjado. Ni Eslovaquia dio para más ni España lo permitió. Menos aún con el 0-3 de Pablo Sarabia, tan solo en el área como certero en su remate al envío de Jordi Alba. Luego llego el 0-4 de Ferrán Torres, de tacón nada más salir, y el 0-5 de Pau Torres, también recién ingresado al campo de cabeza.

Sólo quedaba mirar hacia el otro partido, hacia la capacidad de Polonia para empatar a Suecia, que ganó en el minuto 94. No lo logró. España es segunda de grupo. Ya está en Octavos de Final, ya se reconoce a sí misma y ya tiene gol, tan fundamental para sentirse de nuevo aspirante. Si es o no de nuevo favorita lo determinará cada partido. El lunes toca Croacia. Ya espera Luka Modric.

Croacia e Inglaterra están en Octavos de la Euro

 

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